LAS ORACIONES DE SU MADRE LO REHABILITARON
PEDRO JUAN PEDRAZA MORALES, EJEMPLO DE SUPERACION
Cargador en la Vega Central de Santiago, cantor, vendedor callejero
Pertenece al paisaje urbano de Purén, simpático, alegre, respetuoso, pero lleva en su alma el dolor de no haber tenido un padre que aún en sus 55 años de vida no ha recibido de él una muestra de cariño.
Su madre María Elena se dedicaba al comercio ambulante, principalmente en la reventa de productos del campo: huevos quesos, aves de corral, tortillas que ella misma faenaba. Sus años primeros años, los pasó en compañía de su tía y su abuelita, quienes le prodigaron los primeros cuidados, mientras su madre con mucho sacrificio viajando en tren con la mercadería a la zona del carbón y Concepción. Pedro, como niño, en cuanto pudo físicamente, empezó a acompañar a su madre a los campos para ayudarle a cargar los productos y salía también a ofrecer a la población “ puerta a puerta”.
Peyo, nos cuenta, que su situación social y de su madre se empezó a empeorar cuando él, empezó a consumir alcohol y tabaco. “ Lo que pasa don José Bernardo, es que para vender mi mercadería yo les ofrecía interpretar canciones mexicanas y como era un poco entonadito, eso le gustaba a la gente y me ganaba la voluntad de ellas y me compraban algo. Un largo suspiro, sonríe y me cuenta que precisamente en una oportunidad en que Guadalupe del Carmen y los Hermanos Campos andaban de Gira por el Sur, pasaron por a Purén y como sabían que cantaba mexicano le llevaron unos amigos al Hotel Central donde se hospedaban Le presentaron y les interpretó algunas canciones. La cantante quedó entusiasmada y le invitó a su presentación y allí canto a dúo con ella “Lo malo fue cuando me acerqué a las cantinas y ahí muy niño me ofrecían una copa o una caña con vino, hasta que al final mi adicción a ese terrible mal no pude abandonar”, me relató con un dejo de tristeza.
En varias oportunidades intentó abandonar el vicio. Se sometió a tres tratamientos, pero reincidía. En esas condiciones de adicción buscaba trabajo y obviamente no se lo daban y hasta reaccionaba mal. “En la municipalidad por ejemplo, en el tiempo del Plan del Empleo Mínimo, pese a que en varias ocasiones trabajé en esa alternativa, pero no cumplía”, me relató
Como eso hacía sufrir a su madre, decidió a los 16 años emigrar y buscar un mejor trabajo en Santiago. Allí con la ayuda de un amigo realizó los trabajos de aseador, copero y cargador en la Vega Central. Pero allí, la situación de adicción a sus vicios no cambió mucho, pues el ambiente no era el mejor. Y como su carácter ha sido siempre ser muy afable no le permitía alejarse, más bien se hundía más en el vicio. En esas condiciones personales decidió volver a Purén, a los 26 años d edad.
Pedro Juan continúa en Purén junto a su madre, quien continuamente le interpelaba porque cambiara de vida, y esporádicamente, le acompañaba a una Iglesia Evangélica. Allí algunas personas “hermanos”, cuenta me invitaban a cambiar de vida con la ayuda de Jesucristo, pero yo no los tomaba en cuenta, a pesar que interiormente sabía que necesitaba mucho que los vicios en mi vida terminaran, ya que con ellos no veía ningún progreso. Muchas veces me sentí muy desesperado.” Es como estar ahogándose en el mar y desear tener aunque sea una tabla para salir a flote y llegar a la playa. Esa playa que le permita caminar con arena pero que al final, se puede transitar con seguridad”, lo grafica nuestro amigo “Peyo”
Aparte de lo que había conversado insistí en preguntarle si encontraba otras razones al adquirir esta enfermedad Pueden haber muchas otras respuestas afirmó. Pero, “ mire yo nací en un hogar sin papá. Mi mamá salía a trabajar. Yo jamás tuve, la presencia, la voz, el cariño o el abrazo de un padre. Quizás, su ausencia, la soledad a veces me hacía buscar amistades, entretenciones. Eso tampoco significa que le eche la culpa a él, porque en definitiva todo depende de uno, si adquiere el vicio del trago o no”. Aún hoy a mis 55 años aún espero a mi padre para que me permita decirle que lo quiero y abrazarlo, sin rencor, porque ahora pienso diferente que cuando era un hombre sin rumbo”, enfatizó con la natural emoción
PEDRO JUAN EL HOMBRE NUEVO
Este simpático personaje querido por todos los pureninos, principalmente los de su generación vieron desde hace unos 15 años, con especial alegría el gran cambio que se empezó a ver en “Peyo”.Ya no era necesario que cantara para comprarle su mercadería. Desde ese tiempo, un nuevo tono de voz, pero con la misma sonrisa ofrecía su mercadería de distinto tipo. Se le vio con una bicicleta, luego un triciclo de reparto y finalmente en los últimos años expendiendo café con el tradicional termo que tiene una capacidad de 8 litros.
Qué le hicieron cambiar, insistí. Se emociona, solamente las oraciones de mi madre, que lamentablemente tuvieron efecto después de ella falleciera de un terrible cáncer. Debo expresar públicamente mis agradecimientos a muchos pureninos. Pero primero quiero hacerlo en la persona al pastor José Flores, a los hermanos de su Iglesia, a mis clientes que todos los días que me compran café, al profesor Enrique Morales que en su oportunidad, me entregó mercadería para empezar a trabajar en la calle. Y a usted que se me fijó en mi para contar parte de mi vida y que pueda entregar mi testimonio. Para decirle a los hombres que han engendrado hijos dentro o fuera de un matrimonio, no los abandonen nunca. Pedro Juan aunque no fue casado tiene dos hijos, uno de los cuales vive con una tía en Concepción y le va a ver todos los meses, ya que el Sename le otorgó su custodia por que su madre no le daba buen trato. “ A él le doy todo mi cariño, el que yo no tuve”, insiste, mientras acomoda su termo para seguir su venta de café por las calles, oficinas públicas y talleres de este Purén Indómito, que con la oración de su madre, de una Iglesia Evangélica y su propia entereza, permitió que este hijo, dominara al vicio que le tenía atrapado. “Y a los que viven con la enfermedad del alcohol, sea cual sea su fe cristiana, con la ayuda de Dios todo es posible.¡Inténtelo!”, fue su ultimo mensaje.
PEDRO JUAN PEDRAZA MORALES, EJEMPLO DE SUPERACION
Cargador en la Vega Central de Santiago, cantor, vendedor callejero
Pertenece al paisaje urbano de Purén, simpático, alegre, respetuoso, pero lleva en su alma el dolor de no haber tenido un padre que aún en sus 55 años de vida no ha recibido de él una muestra de cariño.
Su madre María Elena se dedicaba al comercio ambulante, principalmente en la reventa de productos del campo: huevos quesos, aves de corral, tortillas que ella misma faenaba. Sus años primeros años, los pasó en compañía de su tía y su abuelita, quienes le prodigaron los primeros cuidados, mientras su madre con mucho sacrificio viajando en tren con la mercadería a la zona del carbón y Concepción. Pedro, como niño, en cuanto pudo físicamente, empezó a acompañar a su madre a los campos para ayudarle a cargar los productos y salía también a ofrecer a la población “ puerta a puerta”.
Peyo, nos cuenta, que su situación social y de su madre se empezó a empeorar cuando él, empezó a consumir alcohol y tabaco. “ Lo que pasa don José Bernardo, es que para vender mi mercadería yo les ofrecía interpretar canciones mexicanas y como era un poco entonadito, eso le gustaba a la gente y me ganaba la voluntad de ellas y me compraban algo. Un largo suspiro, sonríe y me cuenta que precisamente en una oportunidad en que Guadalupe del Carmen y los Hermanos Campos andaban de Gira por el Sur, pasaron por a Purén y como sabían que cantaba mexicano le llevaron unos amigos al Hotel Central donde se hospedaban Le presentaron y les interpretó algunas canciones. La cantante quedó entusiasmada y le invitó a su presentación y allí canto a dúo con ella “Lo malo fue cuando me acerqué a las cantinas y ahí muy niño me ofrecían una copa o una caña con vino, hasta que al final mi adicción a ese terrible mal no pude abandonar”, me relató con un dejo de tristeza.
En varias oportunidades intentó abandonar el vicio. Se sometió a tres tratamientos, pero reincidía. En esas condiciones de adicción buscaba trabajo y obviamente no se lo daban y hasta reaccionaba mal. “En la municipalidad por ejemplo, en el tiempo del Plan del Empleo Mínimo, pese a que en varias ocasiones trabajé en esa alternativa, pero no cumplía”, me relató
Como eso hacía sufrir a su madre, decidió a los 16 años emigrar y buscar un mejor trabajo en Santiago. Allí con la ayuda de un amigo realizó los trabajos de aseador, copero y cargador en la Vega Central. Pero allí, la situación de adicción a sus vicios no cambió mucho, pues el ambiente no era el mejor. Y como su carácter ha sido siempre ser muy afable no le permitía alejarse, más bien se hundía más en el vicio. En esas condiciones personales decidió volver a Purén, a los 26 años d edad.
Pedro Juan continúa en Purén junto a su madre, quien continuamente le interpelaba porque cambiara de vida, y esporádicamente, le acompañaba a una Iglesia Evangélica. Allí algunas personas “hermanos”, cuenta me invitaban a cambiar de vida con la ayuda de Jesucristo, pero yo no los tomaba en cuenta, a pesar que interiormente sabía que necesitaba mucho que los vicios en mi vida terminaran, ya que con ellos no veía ningún progreso. Muchas veces me sentí muy desesperado.” Es como estar ahogándose en el mar y desear tener aunque sea una tabla para salir a flote y llegar a la playa. Esa playa que le permita caminar con arena pero que al final, se puede transitar con seguridad”, lo grafica nuestro amigo “Peyo”
Aparte de lo que había conversado insistí en preguntarle si encontraba otras razones al adquirir esta enfermedad Pueden haber muchas otras respuestas afirmó. Pero, “ mire yo nací en un hogar sin papá. Mi mamá salía a trabajar. Yo jamás tuve, la presencia, la voz, el cariño o el abrazo de un padre. Quizás, su ausencia, la soledad a veces me hacía buscar amistades, entretenciones. Eso tampoco significa que le eche la culpa a él, porque en definitiva todo depende de uno, si adquiere el vicio del trago o no”. Aún hoy a mis 55 años aún espero a mi padre para que me permita decirle que lo quiero y abrazarlo, sin rencor, porque ahora pienso diferente que cuando era un hombre sin rumbo”, enfatizó con la natural emoción
PEDRO JUAN EL HOMBRE NUEVO
Este simpático personaje querido por todos los pureninos, principalmente los de su generación vieron desde hace unos 15 años, con especial alegría el gran cambio que se empezó a ver en “Peyo”.Ya no era necesario que cantara para comprarle su mercadería. Desde ese tiempo, un nuevo tono de voz, pero con la misma sonrisa ofrecía su mercadería de distinto tipo. Se le vio con una bicicleta, luego un triciclo de reparto y finalmente en los últimos años expendiendo café con el tradicional termo que tiene una capacidad de 8 litros.
Qué le hicieron cambiar, insistí. Se emociona, solamente las oraciones de mi madre, que lamentablemente tuvieron efecto después de ella falleciera de un terrible cáncer. Debo expresar públicamente mis agradecimientos a muchos pureninos. Pero primero quiero hacerlo en la persona al pastor José Flores, a los hermanos de su Iglesia, a mis clientes que todos los días que me compran café, al profesor Enrique Morales que en su oportunidad, me entregó mercadería para empezar a trabajar en la calle. Y a usted que se me fijó en mi para contar parte de mi vida y que pueda entregar mi testimonio. Para decirle a los hombres que han engendrado hijos dentro o fuera de un matrimonio, no los abandonen nunca. Pedro Juan aunque no fue casado tiene dos hijos, uno de los cuales vive con una tía en Concepción y le va a ver todos los meses, ya que el Sename le otorgó su custodia por que su madre no le daba buen trato. “ A él le doy todo mi cariño, el que yo no tuve”, insiste, mientras acomoda su termo para seguir su venta de café por las calles, oficinas públicas y talleres de este Purén Indómito, que con la oración de su madre, de una Iglesia Evangélica y su propia entereza, permitió que este hijo, dominara al vicio que le tenía atrapado. “Y a los que viven con la enfermedad del alcohol, sea cual sea su fe cristiana, con la ayuda de Dios todo es posible.¡Inténtelo!”, fue su ultimo mensaje.
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